Acuérdate de tu Creador

Alégrate, joven, en tu juventud;
    deja que tu corazón disfrute de la adolescencia.
Sigue los impulsos de tu corazón
    y responde al estímulo de tus ojos,
pero toma en cuenta que Dios
    te juzgará por todo esto.
10 Aleja de tu corazón el enojo,
    aparta de tu cuerpo la maldad,
    porque juventud y vigor son pasajeros.

12 Acuérdate de tu Creador
    en los días de tu juventud,
antes de que lleguen los días malos
    y vengan los años en que digas:
    «No encuentro en ellos placer alguno»;
antes de que dejen de brillar
    el sol y la luz, la luna y las estrellas,
    y vuelvan las nubes después de la lluvia.
Un día temblarán los guardianes de la casa
    y los fuertes caminarán encorvados;
se detendrán las que muelen por ser pocas,
    y verán borrosos los que miran por las ventanas.
Se irán cerrando las puertas de la calle,
    irá disminuyendo el ruido del molino;
las aves elevarán su canto,
    pero apagados se oirán sus trinos.
Sobrevendrá el temor por las alturas
    y por los peligros del camino.
Florecerá el almendro,
    la langosta resultará onerosa
    y se perderá el deseo,
pues el hombre se encamina al hogar eterno
    y rondan ya en la calle los que lloran su muerte.

Acuérdate de tu Creador
    antes de que se rompa el cordón de plata
    y se quiebre la vasija de oro,
y se estrelle el cántaro contra la fuente
    y se rompa la polea del pozo.
Volverá entonces el polvo a la tierra,
    como antes fue
y el espíritu volverá a Dios,
    que es quien lo dio.

Vanidad de vanidades,
    ¡todo es vanidad!
    —dice el Maestro.

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