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25 ―Si no vas a maldecirlos, por lo menos no los bendigas —exclamó el rey Balac.

26 Pero Balán contestó:

―¿No te dije que yo tengo que decir lo que el Señor me diga?

Tercer oráculo de Balán

27 ―Yo te llevaré a otro lugar —le dijo el rey—. Quizá desde allí el Señor quiera que los maldigas.

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