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La serpiente de bronce

Después los israelitas partieron del monte Hor, en dirección al Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom,(A) y en el camino el pueblo se desanimó y murmuró contra Dios y contra Moisés:

«¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para hacernos morir en este desierto? ¡No hay pan ni agua, y ya estamos hartos de este pan tan liviano!»

Entonces el Señor mandó serpientes venenosas entre el pueblo, para que los mordieran, y muchos del pueblo de Israel murieron.

El pueblo fue a ver a Moisés, y le dijo:

«Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. ¡Ruégale al Señor que nos quite estas serpientes!»

Y Moisés oró por el pueblo, y el Señor le dijo a Moisés:

«Haz una serpiente como éstas, y ponla en un asta. Todo el que sea mordido y la mire, vivirá.»

Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta;(B) y cuando alguna serpiente mordía a alguien, si miraba a la serpiente de bronce, seguía con vida.

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