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7-8 »Si quien cometió el pecado no tiene dinero como para comprar una corderita, me ofrecerá entonces dos palomas o dos tortolitas. Llevará las dos aves al sacerdote, y el sacerdote me ofrecerá una de ellas como ofrenda por el perdón del pecado, y la otra la quemará en mi honor. A la primera le retorcerá el cuello, pero no le arrancará la cabeza; luego rociará un poco de sangre en un costado del altar, y el resto de la sangre lo derramará sobre su base. Se trata de una ofrenda por el perdón de pecados. 10 A la otra ave, el sacerdote la quemará en mi honor, según mis instrucciones, para que yo perdone al que pecó.

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