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»Y si no tiene lo suficiente para un cordero, presentará a Jehová, como expiación por el pecado que cometió, dos tórtolas o dos palominos, uno para la expiación y el otro para un holocausto. Los llevará al sacerdote, el cual ofrecerá primero el destinado a la expiación; le arrancará de su cuello la cabeza, pero no la separará por completo. Luego rociará de la sangre de la expiación sobre un lado del altar, y lo que sobre de la sangre lo exprimirá al pie del altar. Es un sacrificio de expiación.

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