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»No se harán tonsuras en la cabeza, ni se recortarán la punta de la barba, ni se harán heridas(A) en la carne. Se consagrarán a mí, su Dios, y no profanarán mi nombre, porque ellos me presentan las ofrendas encendidas y el pan que se me ofrece. Por lo tanto, deberán ser santos.

»No podrán casarse con una ramera ni con una mujer de mala fama, ni con una mujer a la que su marido haya repudiado, porque los sacerdotes están consagrados a mi servicio.

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