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Con lágrimas en los ojos avanzan
los que suben por la cuesta de Luhit;
gritan de dolor ante el desastre
los que bajan a Horonaim.
¡Huyan! ¡Sálvese quien pueda!
¡Sean como la zarza en el desierto!

»Moab, tú confiabas en tu fuerza
y en tus riquezas,
pero también tú serás tomada.
Tu dios Quemós irá al destierro,
con sus sacerdotes y gente importante.

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