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Y como José era el gobernador de todo Egipto y estaba a cargo de la venta del trigo, sus hermanos llegaron y, en señal de respeto, se inclinaron delante de él, hasta tocar el suelo con la frente. José los reconoció instantáneamente, pero hizo como que no los conocía.

―¿De dónde son ustedes? —les preguntó ásperamente.

―Somos de Canaán —respondieron—. Hemos venido a comprar trigo.

8-9 José recordó los sueños que había tenido cuando todavía vivía con ellos, y les dijo:

―¡Ustedes son espías! ¡Han venido a ver si nuestra tierra se ha debilitado con la escasez!

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