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El capitán de la guardia se los encargó a José, y él les servía.

Estuvieron algunos días bajo custodia. Y en una misma noche ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto que estaban presos en la cárcel, tuvieron un sueño; cada uno su propio sueño, y cada sueño con su propia interpretación.

Por la mañana José vino a ellos y los vio, y he aquí que ellos estaban tristes.

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