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16 —Oh hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe la delicia de tus ojos. Pero tú no harás duelo ni llorarás ni correrán tus lágrimas. 17 Gime en silencio; no guardes el luto por los muertos. Cíñete el turbante y pon las sandalias en tus pies. No te cubras los labios ni comas pan de duelo.

18 Hablé, pues, al pueblo por la mañana, y al anochecer murió mi esposa. Y a la mañana siguiente hice como me había sido ordenado.

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