1 Samuel 17:4-54
Nueva Versión Internacional
4 Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de seis codos y un palmo.[a] 5 Llevaba en la cabeza un casco de bronce y su coraza, que pesaba cinco mil siclos,[b] y que también era de bronce, 6 como lo eran las polainas que protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. 7 El asta de su lanza se parecía al rodillo de un telar, y tenía una punta de hierro que pesaba seiscientos siclos.[c] Delante de él marchaba un escudero.
8 Goliat se detuvo ante los soldados israelitas y los desafió: «¿Para qué están ordenando sus filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no están ustedes al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente? 9 Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán». 10 Dijo además el filisteo: «¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!». 11 Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo.
12 David era hijo de Isaí, un efrateo que vivía en Belén de Judá. En tiempos de Saúl, Isaí era ya de edad muy avanzada y tenía ocho hijos. 13 Sus tres hijos mayores habían marchado a la guerra con Saúl. El primogénito se llamaba Eliab; el segundo, Abinadab; el tercero, Sama. 14 Estos tres habían seguido a Saúl por ser los mayores. David, que era el menor, 15 solía ir adonde estaba Saúl, pero regresaba a Belén para cuidar las ovejas de su padre.
16 El filisteo salía mañana y tarde a desafiar a los israelitas, y así lo estuvo haciendo durante cuarenta días.
17 Un día, Isaí dijo a su hijo David: «Toma este efa[d] de trigo tostado y estos diez panes, y vete pronto al campamento para dárselos a tus hermanos. 18 Lleva también estos diez quesos para el comandante del batallón. Averigua cómo les va a tus hermanos y tráeme una prueba de que ellos están bien. 19 Los encontrarás en el valle de Elá, con Saúl y todos los soldados israelitas, peleando contra los filisteos».
20 David cumplió con las instrucciones de Isaí. Se levantó muy de mañana y, después de encargarle el rebaño a un pastor, tomó las provisiones y se puso en camino. Llegó al campamento en el momento en que los soldados, lanzando gritos de guerra, salían a tomar sus posiciones. 21 Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. 22 David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. 23 Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío y David lo oyó. 24 Cada vez que los israelitas veían a Goliat huían despavoridos. 25 Algunos decían: «¿Ven a ese hombre que sale a desafiar a Israel? A quien lo venza y lo mate, el rey lo colmará de riquezas. Además, le dará su hija como esposa y su familia quedará exenta de impuestos aquí en Israel».
26 David preguntó a los que estaban con él:
—¿Qué dicen que darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién es este filisteo incircunciso, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?
27 —Al que lo mate —repitieron— se le dará la recompensa anunciada.
28 Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres y se puso furioso con él. Entonces reclamó:
—¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla!
29 —¿Y ahora qué hice? —protestó David—. ¡Si apenas he abierto la boca!
30 Apartándose de su hermano, preguntó a otros, quienes dijeron lo mismo. 31 Algunos que oyeron lo que había dicho David se lo contaron a Saúl y este mandó a llamarlo. 32 Entonces David dijo a Saúl:
—¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él.
33 —¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —respondió Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.
34 David respondió:
—A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, 35 yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo. 36 Si este siervo suyo ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo incircunciso, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo.
—Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.
38 Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. 39 David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.
—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.
De modo que se quitó todo aquello, 40 tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo.
41 Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. 42 Echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, pelirrojo y buen mozo, con desprecio 43 dijo:
—¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?
Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió:
—¡Ven acá, que voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!
45 David contestó:
—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor y él los entregará a ustedes en nuestras manos.
48 En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también este corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. 49 Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo.
50 Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra y sin empuñar la espada.
51 Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada, la desenvainó, lo remató con ella y cortó su cabeza.
Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. 52 Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y los persiguieron hasta la entrada de Gat[e] y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. 53 Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento.
54 Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña.
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