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38 Entonces, repentinamente, descendió fuego del cielo y quemó el becerro, la leña, las piedras, el polvo, e hizo que se evaporara el agua que había en la zanja.

39 Y cuando los que estaban allí vieron esto, se inclinaron con sus rostros en tierra, gritando:

―¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!

40 Entonces Elías les ordenó:

―¡Agarren a todos los profetas de Baal! ¡Que ninguno escape!

Ellos los atraparon a todos, y Elías los condujo al arroyo de Quisón, y allí los degolló.

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