Add parallel Print Page Options

Porque la mujer ya no es dueña de su propio cuerpo; lo es el marido. Como tampoco el marido es dueño de su cuerpo; lo es la mujer.

No pongan dificultades a su mutua entrega, a no ser de común acuerdo y por cierto tiempo con el fin de dedicarse a la oración. Pero luego deben volver a la vida normal de matrimonio, no sea que, incapaces de guardar continencia, Satanás los arrastre al pecado. Esto se lo digo más en plan de concesión que de mandato.

Read full chapter