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Más bien hablamos de la sabiduría oculta y misteriosa de Dios, que desde hace mucho tiempo Dios había predestinado para nuestra gloria, sabiduría que ninguno de los gobernantes de este mundo conoció, porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria. Como está escrito:

«Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó,
Ni han penetrado en el corazón del hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que lo aman.»(A)

10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo examina todo, aun las profundidades de Dios.

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