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Moisés se dijo: «¡Qué cosa tan rara! Me detendré a ver por qué el arbusto no se consume».

Cuando el SEÑOR vio que Moisés se estaba acercando para observar mejor, lo llamó desde el arbusto:

—Moisés, Moisés.

—Aquí estoy—respondió él.

Dios le dijo:

—No te acerques más y quítate el calzado porque el suelo que estás pisando es sagrado.

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